Dominant les espaces occidentaux, les Pyrénées n’ont jamais été perçues autrement que comme une frontière. Rome en fit une limite de son expansion en Ibérie, puis une limite administrative entre les provinces gauloises et hispaniques. Si chaque versant évoluait désormais séparément, à l’intérieur des cadres juridique, économique et culturel mis en place avec la domination romaine, celle-ci fut loin de gommer entièrement la spécificité même des Pyrénées : celle d’un pays de frontière, milieu profondément original, vivant non plus selon ses propres lois mais conservant ses modes de vie, coutumes et traditions qui furent respectés, voire renforcés, par la romanisation.
Dominando los espacios occidentales, los Pirineos siempre han sido percibidos como una frontera. Roma los convirtió en un límite de su expansión en Iberia y,más tarde, en un límite administrativo entre las provincias galas e hispánicas. Aunque cada vertiente evolucionaba por separado, dentro de los marcos jurídico, económico y cultural establecidos con la dominación romana, ésta no llegó a borrar completamente la especificidad de los Pirineos: la de una región de frontera, un medio profundamente original, que aunque ya no vivía según sus propias leyes seguía conservando su forma de vida, sus costumbres y tradiciones que fueron respetados, incluso reforzados, por la romanización.